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sábado, 24 de febrero de 2018

MIEL


                 Miel, sudor ámbar que envuelves mi alma, caricia de abeja que penetras dulce en el beso de mi piel, humedad de labios y deseo de mirada, sentimiento escrito en las ubres de una pasión y dolor estremecido en cada latido de la distancia.
                 Vibra profunda la erótica imaginación, corrompe piel y estira sentimiento, exhala aliento el deseo y entre espacios…confunde tiempo. ¡Cariño! Dame tu abrazo, tu caricia en mi vida y tu esperanza en mi sueño, cierra los ojos y que sea tu alma quien me mire,  que tu corazón lata y desparrame en mi tu sangre, que tus dedos suturen las  grietas de mis labios y que mi codicia por tu amor sea encerrada en el calabozo de tu sueño.  Escucha el inquieto silencio de mi deseo, piérdete entre el humo, que la niebla de mi calor sea tu excusa y esta cueva nuestra cama…Bailamos?
                 Cadencia, sensualidad y erotismo, manos pegadas, cuerpos siguiendo la dulce música, contorsión de almas y grito de piano. Vive el gemido en mi aire, el olor en tu sudor y el sabor ya nada en el raso de tu piel. Explícale a mi mano como quieres que te toque, pídeles a mis labios que se atrevan y a mis besos que te caminen. Móntate en la imaginación de la sublime ternura, en el caballo blanco que galopa en arenas de pasión, en el vigor de un hombre que ya gotea ansiedad y profundo deseo…en el alma de un poeta que necesita que estires la rienda de su amor por tí.  Afila tus uñas y desgarra la garganta de mis miedos, tapiza de humedad la blanca soledad de mi pared y arranca beso a beso, tanta aspereza en mis mejillas.
                Miel, gota de mujer, saliva que lubricas mi mar, fantasía de vida que escribes mi destino, tiempo detenido en el goce del placer supremo, espacio robado entre mi caricia y tu piel, distancia perdida entre tus ojos y la mirada de mi alma. Inflexión de canción que erizas mis noches, exquisita turbulencia en el éxtasis de tanta excitación, querencia y poder, determinación y abrazo del ser, soledad rota y pedazo de mi vida que sabe a ti.
                 Ven porque ya la brasa crepita entre añejos tintos y chorreadas ceras. Pon tu cabeza en mi pecho, tu mano en mi cara y cierra los ojos,  que te explicaré mi sueño. Escucha como respira mi corazón porque en cada uno de sus latidos te roba gotas de tu sangre, siente su aire, su armonía y su rima, su elegancia y la generosidad de un viejo amante, el reclamo de su amor y la lluvia de sus lágrimas cuando no siente la caricia de tus pestañas.  Siénteme y deja que tu mano se pegue a mi cara, que tus dedos se mimen de mi piel y que sean tus ojos, los que expliquen el paisaje de mi alma. Permíteme sentirte, deja que mi aliento desabroche tu blusa y que la mirada del hombre se pierda entre tus senos. Acaricia mi suspiro, recoge su vaho y deja que te bañe toda hasta que el dulce escalofrío nade en tu ombligo, hasta que su ternura enchine tu piel y hasta que tus pies se tensen de placer. Siénteme profunda porque estoy dentro de ti, llegó mi río a tu mar y el rayo se deshizo en cien truenos, enceló el cielo su viento y el aire se llenó de ángeles, entrelazaron mis dedos tus cabellos y sufrieron dulce pasión desde ellos, contorsionó la cintura el espasmo y la poesía escribió el epílogo de nuestro orgasmo.
                 Miel, empapados de tu miel y mi miel, ahogados en el limbo creado por dos almas pegadas, simbiosis etérea de sentimientos escritos a besos…catarsis subliminal de dos cuerpos fundidos en la pureza del amor, abrazo sin tiempo ni distancia, vigor de hombre y miel de mujer.



viernes, 23 de febrero de 2018

UN GRANO DE SAL.



                   
                     Cuentan que un niño con él te quería llevar. Tan grande era el sueño que lo dibujó eterno y cercano a tu horizonte, llenó de piel su insomnio y de caricias una ilusión. Cada amanecer sentaba sus bruces frente a ti, pintaba sus pequeñas huellas bajo tu espuma y despacito te recitaba el primer verso de su día. Poco a poco te fue conociendo y aprendió a escucharte entre el susurro de tu baja marea, empezó a quererte cada vez que una de tus leyendas le contabas y supo explicar tus lágrimas cada vez que el hombre, tu pureza acechaba. Sus noches marcaban soledad y solo el bravo rugir de tus rocas alimentaba una esperanza entre tanta oquedad: abría su pequeña ventana y tu brisa lo envolvía, cubría sus sábanas de sirenas y tritones, de vivas almejas y retraídos cangrejos…de caricias de ola y ternuras de blanca espuma.
                     Creció el niño y el destino de ti lo separó. Vivió el hombre y en tu recuerdo alimentó promesas, en su aliento escribió el deseo olido de tu  reencuentro y en su cara pintó el dibujo de cada una de sus sonrisas, con el pincel de tu ola besando aquellas pequeñas huellas. Noche tras noche el sueño lo perseguía y se dio cuenta que su piel sudaba lágrimas, esas gotas de alma con sabor a sal…esa nostalgia que recorre escalofrío por la columna vertebral. Abría su ventana y tú no estabas, el murmullo era de otro silencio y las aceras no se vestían con tu brisa. La Luna ya no tenía su espejo y las estrellas se perdían entre otros destellos, sus sábanas yacían perdidas entre viejas leyendas y cuando su piel era tocada, gritaba y se encogía entre las escamas de recordadas sirenas. Le recitó al cielo su desgarrada poesía, al viento el gemido de su anhelo y al rayo, le explicó el poder perdido de su trueno. Sonrió el gran espacio y entre sus puños tomó un pedazo de distancia, detuvo el tiempo su arrogancia, el aire su oxígeno y la vida se envolvió como regalo del destino. Aquel hombre regresó a su mar, la promesa encarnó deseo y una leyenda se escribió.
                     Y llegó el día que te quiso poseer, ese día que el amor por ti era tan intenso que cada latido de su gran corazón suspiraba con tu sangre, que cada rincón de su alma te respiraba en silencio y cada mirada de sus ojos no tenía otro color que tu azul. De frente te sintió y sudó, te nadó, te besó y de caricias te llenó…tomaste su cuerpo y lo absorbiste todo, te atreviste entre sus dedos, mojaste sus cabellos, peinaste su piel y atrapaste sus miedos. Fluyó dulce  la energía del Universo, el cometa fue brasa y el viento convirtió cada chispa en una estrella.
                  …Y sentiste que eras inmenso, que tu azul se pintaba intenso, que cada caricia de cielo en brisa la convertías y que en tu fuerza, reinventabas día con día nuevas olas y sublimes sueños.  Amigo del viento y juglar encelado del trueno, espejo de Luna y libro de la historia, cuenco de vida y transparente mármol esculpido por la saliva del Universo. Se contorsionó tu cuerpo y te llenaste de arena y playa, cerraste los ojos y se imaginó tu olor, abriste los brazos y encogiste cada poro del hombre, sudaste…y un grano de sal se cristalizó, esa sal que huele a sueño de niño y sabe a mar.




viernes, 16 de febrero de 2018

EL GRAN SILENCIO DE UN DESEO



                                          Salta una lágrima, la recoge la mano, despacito la regresa a su ojo y recorre su camino al alma. Cree el nervio que la soltó, quieto mira el músculo e irreverente la adopta el corazón. Vive en él, juega comba, esconde sus humedades y entre ventrílocuos se abriga. De piel se viste, de sudor se adorna y entre vísceras vive. De repente surge un espasmo, nadie sabe, nadie oye, nadie opina, vibra, se siente sola, la empujan, se queja, grita, no quiere, se agarra con afiladas uñas a la garganta ,la llaman “deseo”, se llena de iris…Y cae.
                         Envejece un deseo en el tiempo y permea profundo su espacio, eriza la piel su poro, expande el beso una caricia,  la mirada pierde sentido y explota imaginación. Juega el pensamiento en el gran vacío de la mente, se atreve una ilusión a ser sueño, abre el corazón su puerta y llora el alma a través del ojo de una distancia. Crecen raíces en lo más profundo de la pasión, brotan ríos en el deseo erótico de un escrito contenido, una mano se llena de espuma y la otra aplaude con el aire, no se atreve la voz con la trémula palabra y deja que la tinta escriba sangre en el papel de una esperanza.
                        Se abre el gran libro y las leídas páginas de una existencia, se lloran, se acarician, se recuerdan y se juran no volver a repetir sus versos. Es tanta la intensidad, es tan orgullosa la promesa de ser amado y tan grande el silencio, que el solitario abrazo, grita y grita, gime y araña paredes, arranca del viento sus olores y rasga cada hilo de sábana que cubre su cuerpo. Reclama el eco de las montañas su ruido, el trueno su aterrizaje y el huracán su devastación…Exige el tiempo su destino, la última carta su firma, la ventana su empapado rocío y el hombre, su mujer.
                       Camina despacito la niebla sobre piel, sus calles están vacías, sus aceras húmedas y los portales limpios. Despuntan su vigor los rasurados vellos de ayer, esconden su avaricia las viejas arrugas y el lunar reclama una caricia. Aprietan los dientes sus labios y la lengua le recuerda a la imaginación que un día nadó en otra piel, que le dio saliva de otro sabor a su garganta y que otros labios abrigaron el dulce frío, que sintió profundo aquel beso, que se enamoró de aquella boca y que aún en su sueño, lo busca papila a papila. Desciende el fuego y toca dulce el pezón del corazón, late duro el pecho, ensancha el músculo su coraje y el hombro encoje bíceps a bíceps su fuerza. Cruje la brasa en el vientre y nace un escalofrío en el ombligo, un temblor retuerce los intestinos, recita la cadera la contorsión de su cintura y las piernas se tensan, los pies se alargan y el deseo sufre…El silencio estremece, el vigor crece, se prenden las ceras de los sentidos, la mirada se cierra, la boca ensaliva su garganta, la mano empuña, el tinto gotea y la vela chorrea suave, intensa, tersa, húmeda y valiente. El deseo le ganó al silencio, el aire grita y el suave viento de un recuerdo, gime en piel.
                      Amanecen las desgarradas sábanas entre las blancas paredes de una maldita soledad…amanecen con ansiedad, manchadas de recuerdos y ávidas de verdadera humedad. Le explica el rocío a la taza, que su café no es de verdad, le cuenta la brisa a una ansiedad que no viene de su mar, recita un verso el juglar y nadie sabe a qué poeta gracias dar. Revienta el tiempo su capacidad de pasar y se detiene para que este gran deseo tome su silencio, su mochila de sentimientos y empiece a viajar. Dar es amar y es menester una compañía tener, no hay peor silencio que la intensa y solícita verdad, no hay mejor deseo que poder el alma regalar y no hay verdadero amor que no sea entrenado antes en soledad. Dice el sabio que es animal el placer, de humanos entender y de ángeles amar, que una gota no es lluvia pero su humedad puede explicar un sentimiento, un sentimiento que escribe deseo y en su silencio aprendemos que amar, es parte de la soledad.


         

sábado, 10 de febrero de 2018

EVA Y ADAN...



                Gira brusca la tormenta en mitad del bosque, sacude el trueno un viejo aire, grita el cielo y la densa lluvia clava sus alfileres sobre algodón de niebla. Tiembla el árbol, supura ámbar su corteza,  la rama cruje y un rayo, su raíz de cuajo arranca. Mueve la Tierra su eje, cambia la Luna su reflejo, se funde el iceberg y el Sol se inmola en su esencia. La glaciación somete paisajes, pinta al hombre de nieve y el gran témpano del tiempo lo guarda.
                Viaja una naturaleza virgen desde el confín del principio: tersas, suaves y afiladas montañas, suculentos valles y hermosos ríos, brisas y pintados rocíos, oxígeno puro, nieve hecha musgo en piedra, lienzo de cielo en azul supremo y ocaso enamorado de rojo carmín. Suda el verde su miel de azahar, absorbe el volcán su lava, despacito se dibuja tierna la perfecta imaginación y descubre el sueño que duerme en brazos de la ilusión. Suspira la sublime creación, abre su garganta la Tierra, grita el cielo y llora el mar su sal, esponja sus labios y le pide al viento que la llene; poco a poco engulle sabiduría, belleza, arte, viejos versos y nuevos colores, ternura y paciencia, sensualidad y religión…Y lanza el primer gemido; traga dorados barros, el polvo de mil estrellas y el reflejo de cien lunas…Gime otra vez,  intenso y querido, fuerte y sentido, come redondas piedras de río y contorsiona, bebe el tinto del fuego y el espíritu arquea su alma. Gime por tercera vez, el universo estremece su espacio, la espalda se abre y el orgasmo natural esculpe su obra de arte: la mujer.
               Descansa la nueva Tierra, madre suprema, creadora y tierna. Y la mujer la mira, la llora, inventa una sonrisa y ama su piel. De su calostro bebe, de su fuego embellece y de sus raíces aprende. Suspira al cielo un deseo y una legión de ángeles cabalga y crea sentimientos. Uno por uno son enterrados en cada molécula de alma, uno por uno son sentidos y necesitados…Uno por uno son queridos y recitados. Descubre el rayo su poder y con una suave caricia  desvanece la plata umbilical de su ser. Camina la mujer, sola y perfecta, hermosa y desnuda, oliendo a tierra y sudando mar. Viaja la historia y las huellas envejecen al caminar, el deseo no se escribe en soledad y nace una ansiedad, esa ansiedad que duele por no amar, por no tocar, por no besar. El idilio es imperfecto en el vacío, el abrazo entre sus pechos es insuficiente y la mirada roba letras en el libro de una incipiente vida. Suelta cabellos en cada hombro, eriza cada vello y valiente adentra su estampa en busca del hielo. Brilla el gran témpano, el suspiro ilusiona, el hombre espera y la mujer se atreve.
             Se acerca y deja que corra su aliento en caliente vaho, quema con su dedo cada arista de hielo y le `pide al Sol una tormenta de fuego. Desnudo el hombre la mira, la desea y le pide que de él sea.  Gota por gota el deshielo araña su cuerpo, caen los vellos y se aprieta la quijada, el silencio muerde, la piel abre cada poro, se contorsiona el vientre, la mujer lo mira, lo entiende, lo ama, lo desea y lo tiene. El espacio se contrae, frente a frente, los senos hundidos en su pecho, cosquilleo entre piernas, un suspiro compartido, un aliento comido y un beso sincero escribe su osadía y ya roza labios. Escurre sus dedos entre cabellos, la mano aprieta su muslo, el corazón late, el alma siente, el sentimiento nada y una ilusión permea el sueño de un deseo.  El calor es intenso, el témpano cae, desmorona el hielo su agua, embravece el mar, los cubre de espuma y deja que sus pieles se marinen de arena y sal. Besan las bocas y comen las lenguas, huelen los labios y las miradas acarician, desahoga el instinto su animal y el universo vibra, enreda la serpiente su árbol, penetra dulce el veneno y la mujer absorbe todo el jugo de aquella suculenta manzana. Se reinventa el ser, se imagina el dibujo, fluye puro lo erótico y el cuerpo desparrama sus óleos. Son uno, música y canción, manos y guitarra, maple y violín, cálido humo y ronco saxofón.
           Se preguntan y no se conocen, se sienten y miden respuestas. Entienden que una caricia no admite cuestión y que un beso empieza la canción, que una mirada descubre el alma y que un aliento vestido de suspiro, es un deseo permitido. Saben que un vals se puede bailar acostado, que el mejor viaje es cuando su cuerpo te reservó habitación, que un reflejo de Luna es promesa de sentimiento y que un abrazo desnudo, es absorber por completo el alma ajena.
           Esconde el tiempo su prisa, arde despacito el crujir de la brasa, la ternura pega piel y el beso se pierde dulce en la espalda. Los miran del cielo y desde la Luna los aman, los funde en melodía el músico y el pintor los retrata en su aceite, talla el escultor su desnudez y los escribe el poeta. Son complemento y verso, historia de amor y leyenda de viejos amantes, un Adán y Eva no conocidos antes, una Eva y Adán que así no nos explicaron.
              

              

              
              
                

viernes, 9 de febrero de 2018

VIDAS ETERNAS...



                            Cruza el amor la frontera del alma, viaja el espíritu disfrazado en la ternura del eterno deseo, encoge el infinito su distancia y se atreve `profundo el eco del universo. Llueven cometas entre miles de años, alarga piel la Luna en su sensibilidad y seduce una sonrisa, el placer por amar.  Se adentra mi mar en el bosque de los sentimientos, busca el alma el amor que la cruzó y revienta sombras la inquieta soledad, entre musgos y sentida humedad. Rompe la osadía su edad, corre el niño y busca llenar sus puños de ansiedad, rompe una lágrima un sueño, emerge tersa la ilusión en el pensamiento y cruje su rechinar la esperanza, cuando el corazón abre la vieja puerta de su soledad. Trasciende el hombre, en el espacio se desnuda y abre sus brazos, sabe la memoria que su plateado umbilical no tiene principio ni fin, escribe el amor su leyenda entre vidas y busca el alma la condición gemela de su existencia, entre el polvo de mil estrellas. Viajeros somos y en la música del universo bailamos, de pasión nacemos, en oxígeno crecemos y en el amor escribimos el porqué,  de la existencia del alma.
              Recoge la mujer su belleza en el fetal abrazo de la tierna fuerza, acaricia vacío en sus manos y las llena de miradas, siente latir el corazón en sus palmas y cuando recoge puños de sueño, siente el gemido que jamás se acaba. Se toca y comprende, eriza su piel y suave arquea su espalda, respira intensa y exhala deseo, muerde labios y su garganta humedece miel, cierra los ojos y la imaginación pinta de colores y rimas la poesía de su alma. Espera, despacito lo ama, en silencio posee su mirada, con piel lo desea, de sudor se baña, huele su mar, le regala sus cabellos al viento, desnuda sus miedos y jura eternidad. Contiene el grito, aguanta el gemido, leve sostiene la calidez de un suspiro, abre sus brazos y se funde en dorados hilos de plasma que visten de cielo y seda la pureza del amor.
              Desgarra un violonchelo el aire entre sus cuerdas, suena tenue el cálido violín y se atreve a latir despacito la tecla de un lejano piano. Perfora al alma su nube, un aliento invade el espacio y el tiempo extiende su acorde hasta el no límite del infinito. Sueña el cielo y se abriga de Lunas, siente el viento un escalofrío en su piel, ruge su arcoíris el Sol y suda un paso más,  la profunda humedad del amor.
              En la eternidad te conocí porque de ella estamos hechos, en añejas vidas te amé, en diferentes espumas te disfruté, con distintos colores te dibujé, entre mis besos te imaginé y de tu espíritu clavado en mi alma me embriagué. Rascan las uñas de mi cielo cada una de tus nubes y deshebran despacito cada hilo de sentimiento, tu suspiro escribe mi historia, en tu grito vive mi deseo y en el gemido nuestros nombres vibran. Dame tu mano y escalemos la montaña más alta, conquistemos la cumbre y miremos la nieve en nuestras manos, robemos al mar su más tierna ola y dejemos que nos arrulle de arena y sal, pintemos otra línea en el  horizonte y quizás el viento le robe espacio a la distancia. ¡Sueña! Porque el tiempo jamás existió, el espacio es utopía y la eternidad, nuestra vida…¡Sueña! Porque soy artista y te convertí en ángel, eres melodía y en ti transforme deseo en poesía, soy aire y tu el rayo que me traspasa, eres mujer y yo el hombre que la eternidad, dibujó a tu lado.
               Abrázame y deja que el eco te repita una y otra vez en mi piel, háblame que con atención mi alma escucha, explícame las gotas de tus lágrimas porque mi corazón late fuerte en el silencio de mi holocausto, acaríciame porque pintaré tus dedos en la imaginación del cielo y los envolveré de río, bajando por la mejilla y tocando mi pecho. Ámame generosa porque mi suspiro es tímido y quiere gritar, poséeme y déjame entrar porque tu contorsión consiente mi deseo, tu espalda me pertenece, tu vientre seduce y tus pechos ya recorren las grietas de mis labios. Me atrevo y arrodillo todo el instinto porque la música ya hizo el amor con tu mirada, el fuego de mi alma dejó sus brasas en cada poro de tu cuerpo y la eternidad conjuró su tiempo en las raíces de  nuestra historia. Vidas eternas que se dan la mano, vidas eternas juradas en amor…vidas eternas, escritas en el universo.