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viernes, 16 de febrero de 2018

EL GRAN SILENCIO DE UN DESEO



                                          Salta una lágrima, la recoge la mano, despacito la regresa a su ojo y recorre su camino al alma. Cree el nervio que la soltó, quieto mira el músculo e irreverente la adopta el corazón. Vive en él, juega comba, esconde sus humedades y entre ventrílocuos se abriga. De piel se viste, de sudor se adorna y entre vísceras vive. De repente surge un espasmo, nadie sabe, nadie oye, nadie opina, vibra, se siente sola, la empujan, se queja, grita, no quiere, se agarra con afiladas uñas a la garganta ,la llaman “deseo”, se llena de iris…Y cae.
                         Envejece un deseo en el tiempo y permea profundo su espacio, eriza la piel su poro, expande el beso una caricia,  la mirada pierde sentido y explota imaginación. Juega el pensamiento en el gran vacío de la mente, se atreve una ilusión a ser sueño, abre el corazón su puerta y llora el alma a través del ojo de una distancia. Crecen raíces en lo más profundo de la pasión, brotan ríos en el deseo erótico de un escrito contenido, una mano se llena de espuma y la otra aplaude con el aire, no se atreve la voz con la trémula palabra y deja que la tinta escriba sangre en el papel de una esperanza.
                        Se abre el gran libro y las leídas páginas de una existencia, se lloran, se acarician, se recuerdan y se juran no volver a repetir sus versos. Es tanta la intensidad, es tan orgullosa la promesa de ser amado y tan grande el silencio, que el solitario abrazo, grita y grita, gime y araña paredes, arranca del viento sus olores y rasga cada hilo de sábana que cubre su cuerpo. Reclama el eco de las montañas su ruido, el trueno su aterrizaje y el huracán su devastación…Exige el tiempo su destino, la última carta su firma, la ventana su empapado rocío y el hombre, su mujer.
                       Camina despacito la niebla sobre piel, sus calles están vacías, sus aceras húmedas y los portales limpios. Despuntan su vigor los rasurados vellos de ayer, esconden su avaricia las viejas arrugas y el lunar reclama una caricia. Aprietan los dientes sus labios y la lengua le recuerda a la imaginación que un día nadó en otra piel, que le dio saliva de otro sabor a su garganta y que otros labios abrigaron el dulce frío, que sintió profundo aquel beso, que se enamoró de aquella boca y que aún en su sueño, lo busca papila a papila. Desciende el fuego y toca dulce el pezón del corazón, late duro el pecho, ensancha el músculo su coraje y el hombro encoje bíceps a bíceps su fuerza. Cruje la brasa en el vientre y nace un escalofrío en el ombligo, un temblor retuerce los intestinos, recita la cadera la contorsión de su cintura y las piernas se tensan, los pies se alargan y el deseo sufre…El silencio estremece, el vigor crece, se prenden las ceras de los sentidos, la mirada se cierra, la boca ensaliva su garganta, la mano empuña, el tinto gotea y la vela chorrea suave, intensa, tersa, húmeda y valiente. El deseo le ganó al silencio, el aire grita y el suave viento de un recuerdo, gime en piel.
                      Amanecen las desgarradas sábanas entre las blancas paredes de una maldita soledad…amanecen con ansiedad, manchadas de recuerdos y ávidas de verdadera humedad. Le explica el rocío a la taza, que su café no es de verdad, le cuenta la brisa a una ansiedad que no viene de su mar, recita un verso el juglar y nadie sabe a qué poeta gracias dar. Revienta el tiempo su capacidad de pasar y se detiene para que este gran deseo tome su silencio, su mochila de sentimientos y empiece a viajar. Dar es amar y es menester una compañía tener, no hay peor silencio que la intensa y solícita verdad, no hay mejor deseo que poder el alma regalar y no hay verdadero amor que no sea entrenado antes en soledad. Dice el sabio que es animal el placer, de humanos entender y de ángeles amar, que una gota no es lluvia pero su humedad puede explicar un sentimiento, un sentimiento que escribe deseo y en su silencio aprendemos que amar, es parte de la soledad.


         

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