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sábado, 19 de mayo de 2018

¡PRENDE LA LUZ!




             Prende la luz porque mi desnudez de ti quiere aprender, préndela y mírala, despacito, sin miedo, cuenta sus poros, cada peca y cuando la veas perfecta, úntame de miel cada arruga, cada experiencia y cada vello de mis cejas. Prende la luz porque en esta vida solo la palabra es perfecta, la piel a veces suda erecta y el alma respira entre venas… ¡Préndela¡ verás lo que tocas y sentirás otra cosa, la humedad nadará  silenciosa, el escalofrío sufrirá por ser vivido y el ansia, esa que el sueño extraña, estará  lista para que por ti, sea extasiada.
             Prende la luz y deja que este paisaje se llene de armonía, que los jugos no sean viscosos y oscuros, que la saliva sea burbuja divina y que cada beso se vista de dulce melodía. Deja que nos encele la mesita, la vela y si quieres la vecina, deja que el mar nos empape con su brisa, que el cielo nos pida y que cada mirada, la veamos sonrisa. Quiero verte porque el alma es retina, la sangre camina y en este viento entre mis cabellos, te sentirás distinta. ¡Préndela! porque tanta locura debe ser vista, desde mis ojos a tus estrías, desde tus pechos a mis manos vacías, desde mi corazón a cada pezón, desde el beso al aliento, desde tu pecado a mi infierno y desde mi caricia a la ternura que de tu cuerpo llevo tan dentro.
            Prende la luz porque tu silueta no debo amar, es tu capacidad, tu contorsión y tu sensualidad la que por siempre debo en mi mente dibujar, el blanco de tus ojos cuando el gemido despunta sin cesar, ese cálido vapor de tu boca al suspirar, ese pulsar cuando mi vigor debe entrar y ese amor que tanto color pinta en mi mar. ¡Préndela! porque soy un hombre de verdad y quiero ver tus besos, tus caricias, la textura de tanta ternura, el óleo de tu humedad y cuando te ensalive toda, que mis ojos te sientan de verdad. ¡Préndela! Porque la oscuridad no debe ser eternidad, el sentimiento debe nadar, la ilusión tiene que tener un lugar y el sueño, que no es ciego, debe mirar y mirar y mirar.
             Prende la luz porque quiero que veas mi lealtad, la intensidad cuando beso tus defectos, el milagro cuando mis grietas cicatrizan, la sensualidad cuando tus muslos por asalto toman mis manos, la seducción cuando tus piernas enredan mi espalda, el verdadero sexo cuando tu lengua se avoraza y el dulce orgasmo cuando cada mejilla se pega cálida, entre las piernas y calla. ¡Préndela! Y de mí sabrás que un día sufrí, viví, canté, amé y a otras escribí, pero que ahora tú eres esa mujer en la que me quiero por siempre perder. ¡Préndela! y sabré que fuiste hada, ángel y morada de un alma extraña, que en tu camino  y en ajenas arenas  dejaste tus huellas clavadas, que tu destino quizás no sea divino pero que en mis brazos cada poro será restituído, cada aliento respirado y cada gemido, por los dos compartido.
            ¡Prende la luz!



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